Jugar en el exterior, al sol, es uno de los grandes placeres de la infancia. Sin embargo, hemos de ser más conscientes de que los peligros de los rayos solares y su intensidad creciente significan que la delicada piel de los niños necesita la protección más segura disponible. Se trata de que jueguen seguros al sol.
Los beneficios de la exposición a los rayos solares son bien conocidos, variando desde el bienestar mental hasta la formación de vitamina D, que es esencial para la estructura de nuestros huesos. No obstante, sin una protección adecuada nuestra piel tiene el riesgo de sufrir daño a causa de la radiación UV, concretamente la piel infantil que es más sensible a los rayos solares.
La piel de los niños es diferente de la de los adultos en varios aspectos importantes. Aprenda más acerca de la piel en edades diferentes.
El espesor de la piel infantil es solo la 1/5 parte de la piel del adulto a pesar de tener el mismo número de capas. Su capa córnea, la capa más externa de la epidermis que nos protege activamente frente a las influencias medioambientales y retiene humedad, es más delgada y sus células están menos densamente compactadas. En consecuencia, la función de su barrera es menos eficiente y las sustancias son captadas más rápidamente en las capas más profundas. Aprenda más acerca de la estructura cutánea.
La pigmentación (síntesis de melanina) en la piel infantil no está plenamente desarrollada. La melanina es la sustancia que confiere a nuestra piel su coloración natural o pigmentación. Cuando salimos y nos exponemos al sol, nuestras células producen melanina extra para protegernos frente a las quemaduras: es lo que llamamos «bronceado».
En la piel de los niños también se hallan melanocitos (células productoras de melanina) si bien son menos activos, por lo que muestran una mayor sensibilidad a los rayos UV.