Las hojas del Ginkgo biloba contienen flavonas (quercetol, kenferol, etcétera), lactonas terpénicas (ginkgólidos) y fitosteroles. Poseen efectos venotónicos más que notables, actúan como neuroprotectoras, vasodiladoras a nivel periférico, antiagregante plaquetario, antihemorroidal, diurético y antioxidante.
En la medicina tradicional china, las semillas del ginkgo se han tomado para combatir las flemas en ataques asmáticos y bronquitis, como antialérgico, para tratar la incontinencia urinaria, la enuresis infantil, la inflamación de vejiga, la candidiasis vaginal, y como tónico renal –yang– y revulsivo sexual. Y las hojas se han destinado a aliviar trastornos de circulación, inflamaciones reumáticas y problemas de la piel.
El Ginkgo se revela como uno de los remedios de fitoterapia y homeopatía de mayor uso para tratar trastornos asociados a los déficits de circulación sanguínea a nivel cerebral, pero no en todos los casos existe unanimidad científica sobre sus beneficios.